sábado, 29 de septiembre de 2007

EJERCICIO 13

¿Sabes? ¡Me siento cansada
De que todo sea lo mismo!
Las mismas criaturas
y los mismos mitos.

Driadas, eunucos, hadas y quimeras…
Todos expresan lo peor de sí con ellas
¿Por qué no se vuelven más originales
Y dejan de montarles sus filias y fobias?

¡Dejen ya de fastidiarles!
Ellas no tienen la culpa de sus porquerías
De cada una de las estupideces
Que en nombre de su ego hicieron.

No más narcisismo, ni hedornismo, ni nada
Sólo seres humanos tal cual somos
No más alas enlodadas ni minotauros incasables
Tu, yo, todos…carne, mente, espíritu solamente.

EJERCICIO 12


Kafka: pretexto de mis soledades
Absurda coincidencia citadina
Bañada de irreverencia efervescente.

Kafka: escudo de talento extranjero
Proyector de ególatras necesidades,
Las más vanas, las menos trascendentes.

Kafka: historia jamás encontrada
En un sitio quizá olvidado
Entre pasillos y consciente indiferencia.

Kafka: ensayo de una esperanza
Concebida de madrugada
Y en la sombra de mi muerte.

martes, 11 de septiembre de 2007

EJERCICIO 11

Abriste la caja de Pandora
Te pregunté qué pensabas y lo evadiste con otra pregunta
No hay terapeuta más sabio
que aquel que te toma entre sus brazos
Te dobla, te desdobla y te mece
Te vulnera, de adula y ebulle en ti;
Expurga tus demonios, los aniquila
Los viste de arlequines y luego les invita un trago
Realza a las ninfas y a todas quiere tomar.

Sin pensarlo te convertiste en un nodo
Un punto en donde se distingue el antes y el después
Algo que de ser un sinsentido añejo
Pasó a la cotidianeidad de la palabra extraño por delante
Esa palabra que explicaba algo más cercano al encantamiento sincrónico,
A lo que no se tiene y se anhela
Algo que está presente pero se le huye
Una vez más
Por temor, por amor, por dolor, por ti…por mí.

EJERCICIO 10


¡Oh poeta!
Que escribes en la lengua de los paganos y las quimeras
Haz que vibre la tierra
Ese espacio que haz reverdecido con tus humedades.

¡Oh poeta!
Mentor de la gracia, la blasfemia y la ternura;
Tómame en tus manos cual efigie
Y en la sal de nuestros sudores nútreme de tu deseo.

Háblame en la lengua de las ninfas,
O de los corsarios que toman sin pedir lo que les pertenece ;
Vibrame desde tu pluma bendita
Con el agua de la vida, de Mi vida.

Y cuando ya no puedas más entre mis vibraciones
Cuando la fuente de tu furia necesite estallar en mis entrañas
¡Fúndeme al espacio al que me invitas

Y convoca a ese infierno en donde los demonios hacen fiesta!

Del sueño de perfección de la Humanidad a partir de la lectura de Las Ruinas Circulares


“No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, qué vértigo! A todo padre le interesan los hijos que ha procreado (que ha permitido) en una mera confusión o felicidad; es natural que el mago temiera por el porvenir de aquel hijo, pensado entraña por entraña y rasgo por rasgo, en mil y una noches secretas”.

Las ruinas circularesJorge Luis Borges


Una de las cuestiones que ha interesado a la Humanidad, y más a la que funda su cultura en la tradición occidental es alcanzar la perfección, que lleva envuelta a la felicidad. Sin entrometerme demasiado en ese asunto de definir a la felicidad, ya Durkheim y los positivistas alegaban que el hombre por necesidad natural debía progresar…”orden es progreso”, progreso es felicidad, pero ese progreso se sustentaba en el camino hacia las virtudes, virtudes de las que hablaba desde muchos siglos atrás Aristóteles al referirse a la cualidades del orador.

Las virtudes son las llaves que habrían de llevar al hombre tocado por ellas a la perfección; un hombre virtuoso tiene un linaje especial, amigos diferentes, influyentes, pensantes…la Humanidad debía educarse bajo la premisa de erigirse como seres virtuosos, con la posibilidad legitimada a través del conocimiento y la palabra de trascender, de dejar huella.

Y entonces me sitúo en el noveno semestre de la Licenciatura en Comunicación y en la antesala de los desempleados que probablemente engordarán las cifras, cursando la materia optativa de Literatura Latinoamericana con un profesor que tiene una fama…bueno, eso no interesa ahora. El asunto es que leemos “Las ruinas circulares”, de Borges (no Borgues, ese es otro, que se le parece, pero que solo leen personas como el ya casi Ex-presidente, los fans de Juventud en Éxtasis, etc. o sea…otro nivel ¿no?).

Al leer el texto me vinieron ciertas ideas, pero lo que más se me grabó en la mente fueron las analogías iniciales que hice al leer el texto: ¿Será que ese mago no es un Yo, sino un Ellos, ellos –las generaciones pasadas- que eran porque somos y somos porque fueron, y si ellos no hubieran hecho y soñado con la Humanidad perfecta entonces nosotros no seríamos narcisistas de nuestros códigos, de nuestras creaciones, de nuestras utopías legitimadas?

Por ejemplo, al leer la descripción de Borges del templo…Ese redondel es un templo que devoraron los incendios antiguos, que la selva palúdica ha profanado y cuyo dios no recibe honor de los hombres ¿Será que ese templo, esas ruinas circulares son la analogía de los paradigmas de la ciencia, que adoraron otros hombres que no somos nosotros, y que nosotros miramos a veces con nostalgia, a veces con ira, a veces con incertidumbre?
Y continuando con las analogías, ¿será posible entonces que esa creación, ese fuego que abrazó al mago en vez de quemarlo, seamos nosotros, que abrazamos nuestras propias utopías cristalizadas en el sueño de la razón –conocimiento- y en la Ciencia?

Por siglos, la Humanidad ha cristalizado su sueño de perfección a través de diferentes cosas: religión, magia, ciencia, tecnología. La realidad se convierte en algo que creamos para arroparnos de la incertidumbre que nos carcome la piel, las entrañas, el espíritu. Ese animalillo aventado a la buena de Dios, sin deberla ni temerla, ultrajando a la naturaleza misma, como dijo en algún momento El Marqués de Sade. Pero ¿cómo nos consolamos frente a la duda de existencia?, ¿qué hacemos cuando no estamos seguros de si existimos o de si somos el sueño de un gigante al que no debemos despertar o desaparecemos?

La mayor parte de la cultura de occidente se funda en sueños creados en la vigilia, con los ojos abiertos, a veces con los fusiles a la carga o con los votos a medio contar (por decir algo más actual). Pero si lo revisamos, no cualquiera podía realizar su sueño de vigilia; se tenía que tener algo más que disciplina, que talento, se debía tener poder, no poder de capacidad, sino poder para chingar, para imponer, para traslapar a nuestros sueños los sueños de otros que evocaron sus propias frustraciones, sus propios miedos, sus propias filias (¿verdad Alemanes de la Alemania nazi?... -Hitler, campos de exterminio ¿les suena?-)

Porque no solo se trataba de “ah, descubrí que la Tierra no es el centro del Universo”; se tenía que hablar con los amigos, con las figuras importantes, con los que soñaban los buenos y los malos sueños… Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era el sueño. O sea, si esos buenos soñadores sabían que necesitaba soñarse algo, algo que ordenara el caos, algo que lo explicara, aunque fuera por medio de otro mito, pues ¡vamos, sueña, Descartes!

La crisis paradigmática actual nos puede llevar a compararla con la crisis de la Iglesia. Si antaño nacieron religiones milenarista, ahora surgen paradigmas de la complejidad, que buscan desenmascarar al conocimiento y revestirle la estrategia para alcanzarlo, o mínimo para verlo por un momento, aunque después se largue cual agua entre las manos porque resulta que las cosas han cambiado, porque ahora ya no se llama fuego, porque ahora no se dice que el fuego quema, sino que modifica la materia en algo que era previamente pero que no sabíamos ver porque las Ciencias Duras no lo sabían ver así, porque el Hombre ya no es Hombre y Humanidad, es Homo Videns, u Homo Consumidens, u Homo Posmodernus (¡pamplinas, puras pamplinas!, dijera mi abuelito).

La Ciencia, sus creadores, cualquier apóstol del conocimiento…“Quería (n) soñar un hombre: quería (n) soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder. Así cada una de las cosas que nos da sentido, que nos permite existir a veces sin Ser nada, que nos deja llenarnos la boca con un concepto, esas definiciones de diccionario que a veces ni entendemos pero que forman parte de ese sueño que debemos soñar, de ese anhelo que no es nuestro, pero que nos han dicho que es el que debe anhelarse. Construir la humanidad, hacerla que progrese, que descubra, aunque después mire hacia algún punto, y se de cuenta de que no existe, de que no Es, de que está solo porque otro le permite que sea así, pero que en cualquier momento eso puede cambiar.

Cuando el Hombre sueña con el hombre perfecto, ¿cómo debe ser éste?, ¿cómo debe ser esa alma que pertenezca participar en el Universo? El mago consideró que debía ser…un muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soñador. ¿Por qué un muchacho y no una muchacha?, ¿es que si era mujer la profanaría, se embarazaría y perdería su derecho a participar en el universo a cambio de participar en la casa?, ¿es que por ser fuego no podía ser mujer?, ¿las mujeres no somos fuego? Y es que en esto de verdad si que me ardió el estómago, y no porque el sueño del mago me tocara, sino porque no por nada me dicen Feminaza, y pues ver este tipo de asunto lo que hace es reforzar mi idea del Mago-conocimiento que legitima a su creación-ciencia en un templo que parecía estaba dispuesto para este sueño-nuevos paradigmas (en donde por cierto, a la mujer no la han dejado figurar no porque no sepa, sino porque se le relegó a la casa, a estar tras el marido, a no estudiar, o a hacerlo MSC (mientras se casa-ba).

La Humanidad se ha esforzado por ser no una pesadilla sino un buen sueño – a veces a colores, con sonidos, húmedo-, propio o ajeno. Sin embargo, y por paradójico que parezca, es –somos- la misma Humanidad la que nos encargamos de alimentar el sueño de ese gran gigante, de legitimar mitos disfrazados de verdades, cuando ni siquiera se nos ocurre que una sociedad democrática, o una sociedad comunista, o una sociedad neoliberal, culta, inculta, trabajadora, holgazana…todos son sueños de diferentes magos, magos de diferentes templos circulares, de diferentes fuegos, de diferentes aguas, de diferentes tierras, de diversos aires, de diversas vigilias, de las nuestras, de las de nadie, de las de nuestros padres, de las de nuestra pareja, de los conocidos, de los desconocidos. Ciencia y conocimiento, fuego que abraza a su creador con la misma vehemencia con la que él creo a su creador…


…Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo. Yo también lo comprendí, pero ya no puedo escaparme, tengo que entregar un ensayo, con un código que yo no soñé, con signos que yo no inventé, pero que tengo que usar para que me entiendan, porque aun no es momento de mi sueño, aun no merezco participar en el Universo y por eso aun no me sueñan…bueno, no me sueñan así, tal vez me sueñen de otra forma, en otras formas…quizá.


HUND


- ¡Grrr, grrr, grrrrr!
- ¡Vamos Max, tu padre está cansado!

Bertha Y su hijo Max se retiraban del patio, él con las manos terregosas, y ella con un semblante triste, desencajado, que conservaba desde hacía dos años, cuando su esposo llegó a los filosos 41. Las cosas habían cambiado, tomando un rumbo tan extraño que ni la inocencia de Max ni el amor de esta noble mujer lograban entender: cómo Pedro había perdido esa rectitud y templanza que le caracterizaban.

Terminaba el martes, y con él la tortura de la evocación: mirar hacia adentro y reconstruir cómo aquel hombre perfecto, aquel padre ideal, se habían quedado en alguna parte del pasado. Al llegar a casa, Bertha continuó con la rutina, esa rutina más cercana al ritual que al sacrificio, tan suya: lavarse las manos, vigilar que Max lo hiciera también, preparar y servir la cena, dar gracias a Dios por los alimentos y comer: así lo hubiera preferido Pedro.

- ¡Pedro, te extraño tanto!, prometiste no dejarme sola nunca, ver crecer a nuestro hijo, viajar a Paris cuando cumpliéramos 25 años de casados… ¿cómo pudiste?, ¡no cumpliste tu promesa!, ¡tu siempre cumplías tus promesas!, decías “un hombre cabal cumple lo que promete, aunque sea necesario morir por ello”.

Y a la par de ese pensamiento ella recordaba la sesión del día: tuvo que reconstruir por primera vez todo lo que había sucedido desde hace dos años. Al principio las visitas con el Doctor Roemer eran un martirio, Bertha no acostumbraba hablar con otro hombre que no fuera o su padre o su esposo, debía ser así; los colores se le subían al rostro, se sentía absolutamente incómoda; pero tuvo que acostumbrarse. Hoy en día es el único adulto con el que habla, los demás se alejaron.

Fue un día difícil, la sesión duró más de dos horas. Había que hablar de Pedro; lo conocía tan bien y desde hacía tanto tiempo que hablar de él era como hablar de si misma.

-¿Cómo era su esposo en la infancia?

- Era un niño hermoso, educado, cortés, amable. Vivía con sus padres en Guanajuato y asistió desde preescolar hasta preparatoria a una escuela religiosa solo para varones. Era excelente jugando al ajedrez, y no había nada que le molestara más que las mentiras. No tenía muchos amigos, era un niño callado, tímido, pero a los dos que tenía los cuidaba mucho…ellos fueron padrinos en nuestra boda ¡fue hermoso! Pero hubo algo difícil; cuando tenía diez años pasó algo que lo marcaría de manera triste. Fue un domingo, cuando iba de paseo con sus amigos a la Presa de la Olla –es que le gustaba mucho remar- iban corriendo los tres, en una competencia para no convertirse en huevo podrido, cuando de pronto salió en el camino un pastor alemán que le mordió la mejilla izquierda.

- ¿Y entonces?

- Además de que se suspendió el día de campo, no podía verse al espejo. No era una cuestión de estética; más bien era que prefería no ver para no asociar la imagen con el recuerdo. Afortunadamente era lampiño, así que no tenía que usar el espejo ni para afeitarse; si requería arreglarse algo, como la camisa o el saco, lo hacía yo misma.

- ¡Claro!, ¿y entonces?

- Pues su vida continuó parcialmente normal. Dejamos de ser vecinos cuando él terminó la preparatoria, pues vino aquí a estudiar para ser Contador –él siempre tan ordenado en todo, tan pulcro…todo tenía que estar en orden, apegado a la norma, sin excepciones- terminó su carrera con mención honorífica, y eso es algo que lo hacía sentirse muy orgulloso. Nos veíamos durante las vacaciones, paseábamos por la plaza, y me dejaba fuera de mi casa a las 8:30 p.m. hasta que formalizamos nuestro compromiso: él tenía 25 años y yo 20.

- ¿Había cambiado algo o cómo era él?

- Creo que no, él continuaba siendo muy recto, educado. Tenía grandes metas en su trabajo, y las cumplió una a una. Recuerdo que desde que terminó la licenciatura me decía que no pararía hasta trabajar en PriceWaterhouse. Nos casamos cuando él tenía 30 y yo 25. Él lo decidió así porque deseaba comprar una casa, nada de alquileres para nosotros y los hijos que vendrían. Pero solo pude tener a Max; las cosas se complicaron el parto y perdí la matriz. Refugiamos en él nuestro amor y educación, cada uno a nuestra manera.

- ¿Cuándo empezó a notar cambios entonces?

- La noche anterior a su cumpleaños número 41 nos dormimos un poco más tarde de lo normal (a las 10:30 p.m.) porque aún no terminaba de organizar algunos papeles, y como yo era su secretaría (porque estudié secretariado en Guanajuato) necesitaba que todo estuviera en orden para entregar el reporte de mes. Al día siguiente se despertó tarde –muy raro en él- y se fue sin desayunar. Durante la cena me platicó que tuvo un sueño muy extraño: estaba cerca de la Presa de la Olla, de pronto salía detrás de él una jauría, entonces comenzaba a correr muy rápido, apoyando brazos y piernas en la tierra ¡como un perro! Y ladraba porque veía que alguien atacaba a Max. Por cierto, olvidé comentarle que desde que fue mordido teme demasiado a los perros, y aunque nuestro hijo le había rogado hasta el cansancio que le comprara uno, él no accedió nunca; en lugar de ello le regaló un gato, al que por cierto solo Pedro quería, llamado Tobías.

- ¿Por qué no querían al gato?

- A mi me dan asco; además de eso, era muy huraño, solo dejaba que lo tocara Pedro, ni Max se le acercaba porque el maldito gato se largaba por días, y luego venían a la casa gatas preñadas a tener a sus críos ¡qué barbaridad! El asunto es que después de ese sueño, a Pedro le entró una manía muy extraña: ponía su mano izquierda sobre el plato de la comida, no a lado, ¡sobre! como si alguien fuera a quitárselo, cosa que no hacía antes; nunca le dije nada, a veces se enfadaba y podía retirarse de la mesa sin haber terminado, y no tenía yo el corazón para no dejarlo terminar los alimentos ¡trabajaba muy duro todos los días!

- ¿Sólo cambió eso?

Y entonces vinieron las lágrimas en silencio, esa pena que sólo podía desahogar una vez por semana con otra persona, porque los seis días restantes el dolor se quedaba en el rincón de los rezos que tiene en su habitación.

- ¡No, que va!, ese solo fue el comienzo! Cuando comía era muy propio él, con su servilleta y todo eso, pero un día de pronto decidió dejar de usarlos y comer con las manos de manera tan apresurada, que su lugar en el comedor quedaba como… como…no se como, pero parecía que ahí había comido un animal. Y le insisto, no le decía nada para que no dejara de comer, pero me asustaba mucho su conducta, y me preocupaba que Max fuera a repetir lo que veía.

- ¿Y se tornaba violento?

- No siempre, solo cuando alguien se acercaba demasiado a su plato, ¡ahí si que ardía Troya!, porque empezaba a gruñir de manera muy rara, y hacía una mirada que jamás había visto en él, ni en sus peores enojos. Pero eso si, nunca, a pesar de los gruñidos, nos atacó de ninguna forma. A veces cuando Pedro sentía que perdía el control se metía al baño y se mojaba la cara; después regresaba como si nada.

- ¿Pasó algo más?

- ¡Muchas cosas más! (y después de dos años que no sucedía se repitió aquella sensación de mil colores en el rostro y un bochorno insoportable que hacía que Bertha bajara la mirada como si alguien la juzgara desde lo alto por haber cometido un grave pecado). Desde que nos casamos, Pedro había sido muy tradicional en todo –y al decir todo me refiero a eso, ¡todo!- una hora específica, un día específico, un modo específico para cada cosa. No era un hombre de muchos deseos carnales, y cuando teníamos intimidad, lo hacía siempre de la misma manera: él arriba y yo abajo; así durante 11 años. Pero una noche, ni siquiera recuerdo hace cuánto fue, me pidió algo muy extraño, que por un momento me hizo sentir como una cualquiera. No podía creer que Pedro me hiciera eso, pensé tantas cosas mientras me lo pedía; él no estaba borracho –ni siquiera bebía- pero me lo dijo, al oído, como si fuera un secreto, una confesión: ¡date la vuelta e híncate!

Y me empujó, poniendo su mano derecha en mi vientre. Jadeaba como un loco, y me dijo que yo lo hiciera también. Creí que Max se despertaría porque pensé que hacíamos demasiado ruido. Comenzó a mordisquearme…como decirlo…la espalda baja…

- ¿Los glúteos?
- Si, esos, luego las piernas, los brazos, para después lamerme toda, me sentía como una mujer de la calle. Ese no era mi esposo, no se quien era, pero mi Pedro no.

- ¿Ahí se detuvo todo?

- Pues no volvió a pedirlo, pero noches después de lo sucedido se repitió ese sueño en donde él ladraba. Al despertar del sueño, se sentó en su lado de la cama y empezó a llorar, en silencio, solo se escuchaba un chillido. Al darme la vuelta, vi que se lamía. No se si sentía miedo, asco, dolor, compasión, pero solo se me ocurrió abrazarlo…empezó a frotar su cabeza contra mi hombro, una y otra vez, como acariciándome con ella.

Bertha cambió de posición el diván, ya no estaba recostada, sino sentada como en posición fetal, abrazando sus recuerdos, y junto con ellos sus blancas y tersas rodillas.

¿Por qué decidió traerlo?

Después de ese día, su conducta cambió aun más hacia nosotros y hacía la gente. Cuando llegaba alguna visita o vendedor a la puerta, salía corriendo y les gritaba. Como imitando un ladrido. Cada mañana su espalda se encorvaba más; en vez de bañarse se lamía el cuerpo, y cuando Max llegaba de la escuela, lo esperaba en la puerta religiosamente. A nosotros nos lamía las manos o la cara si nos descuidábamos, ya no dormía en la cama conmigo, sino al pie sobre un tapete que su madre tejió antes de morir. Se mojaba la nariz a cada momento, y Tobías ya no se acercaba a él porque si no resultaba mordido de un costado o de las orejas.

Ya no hablaba, dejó de ir al trabajo, no quería usar ropa; su pasatiempo era lamerse en el rincón de su estudio, dormir y corretear a Tobías, ese infeliz animal que gracias a Dios no regresó. No podía dejar la puerta abierta porque se escapaba, y regresaba a casa lleno de heridas; recuerdo que un día lo bañé y vestí porque había un festival en la escuela de mi hijo, pero cual sería mi sorpresa al abrir la puerta y verlo correr tras el camión de la basura deshaciéndose la ropa que le había puesto. Regresó al día siguiente con la mano torcida.

No sabía qué hacer ni cómo explicarle a Max que ya tenía al perro que quería, pero que había perdido a su padre; ni siquiera sabía como tratarlo ¡era mi esposo!, ¡yo no quería casarme con una mascota! ¡En realidad ni siquiera deseaba una a la que tuviera que limpiarle todos los premios que me dejara en el patio o en mis geranios! Así fue como llegué aquí, sola, desesperada…

Han pasado seis días, y se repetirá hoy por la tarde el martirio de la semana

-¡grrrr, grrr, grrr!

- ¡Pedro, tranquilo, es su esposa!

-grrr, grrr, grrr

- ¡Papi, traje tu tapete preferido! ¡Ven, atrápala!

POR ENÉSIMA OCASIÓN EN MI VIDA



Por enésima ocasión en mi vida
desenterré el pasado porque creí que lo necesitaba
me hiciste una dulce jugarreta
insinuando cosas que asumí como señales
y que tomé por bandera para luchar por ti.

Quise reflejarme de nuevo en tus ojos,
perderme en el manto de la certidumbre que me dabas
no hay ilusión más frágil que esta:
creer que nada es imposible cuando de juntar caminos se trata.

Nadie sabe cuántas y cuántas veces lo he pensado…
Pensar mucho no significa pensar bien.
Quise arrojarme al sentimiento sin mesura,
apostar las bombochas, las agüitas y…bueno
...las canicas ¡hombre!
¿Tú me entiendes no?
Siempre lo hiciste, sin necesitar palabras.

Sólo mi cara, mis gestos, los tuyos
tus manos y mi feminazismo,
tus ojos y mi melancolía;
así era y parecía perfecto
al punto de creer en algo que hoy se torna
en una absoluta incoherencia.

Señales ¿divinas? no me permiten encontrarte.
Lo he intentado cuantas veces he podido sin resultado…
Bueno, si hay resultado: la maldición a la cobardía
al Super Yo que se enfrenta al Yo y al Ello siempre y desde hace mucho.

¡Cómo quisiera verte a la cara!
Escupirte una vez más y por todas mi cobardía,
la necesidad de tus ojos, de tus manos, de tu brazo
de tu voz pidiéndome más de mi, de ti, de todo
creyendo en lo que hago y confiando en mis utopías.

Hay algo extraño, el tiempo quieto que no se decolora
que nos tiñe de recuerdos, de reconocimiento mutuo
de esas ñañaras inexplicables que van más allá del deseo
pero que no lo subestiman porque así lo construyeron siempre.

Necesito que sepas que te quiero, que te quiero por Ser
No por necesidad…que te quería.
Si te necesito…necesito a mi amigo, al amante, al hombre, al niño, al borracho,
Al artista, al trabajador, al director, al amo, al esclavo, al guía, a mi alter-ego...
¡si te necesitaba!

No puede separarnos una vida, quizá dos si, pero una nueva vida jamás
no olvides que quiero lo que eres, lo que tienes, lo que te falta
lo que te sobra, lo que me niegas, lo que me brindas
lo que no dices y que gritan los labios
lo que no te atreves y que delatan tus ojos.

Y al final, si después de todo esto, y aquello y lo otro
decides que fue sólo una traición del instinto,
que no puedes, que no debes, que no quieres
al final… estaré ahí mirándote ser feliz, ser infeliz
porque así lo decidí, porque así lo asumiste,
porque hoy ya no somos tu y yo, porque hoy ya no estás sólo
y porque, a pesar de mí, de ti, de todo,
amarrándome el corazón y el deseo y el instinto y todo
estaré bien si tú estás bien…porque, ajeno a tu conciencia
hay algo que nos unirá para siempre.







HABLANDO DE-CON-PARA KAFKA


DE LO VELADO Y HOY DESVELADO POR LA POSMODERNIDAD EN TORNO A FRANZ KAFKA


"Simplemente, no sobrestimar lo que he escrito; de otro modo se me volvería inalcanzable lo que aún espero escribir".


(Franz Kafka)


Señor Franz Kafka, espero que este escrito no haga que se revuelque en su tumba, porque créame, lo hago con respeto, por una extraña pero agradable coincidencia dada sólo en un lugar que a veces es hostil, pero a veces no…usted ha sido motivo de ensayos, artículos, reseñas, páginas de Internet, trabajos de titulación, etc., que intentan entenderlo, descifrarlo, detractarlo, sobreestimarlo, sin tener en cuenta que usted no deseba ser conocido por nosotros (muestra paradójica de la confianza y la amistad – Max Brod-), de quienes ha sido a priori excelente descriptor de emociones, de cotidianeidades absurdas, pero al fin cotidianeidades que se sufren o se padecen, según quiera verse.

Ahora que he aclarado con usted el asunto, miro hacia el otro lado del salón porque ésta es una plática pendiente con Jafeet (con quien se encuentra en franca desventaja, ya que obviamente no conoce, no siendo así el caso del mencionado antes) en donde, sin tomar las cosas con más seriedad que la necesaria, saliera usted a relucir acompañado de una corriente literaria conocida como posmodernista. En fin…miro hacia el lado contrario de donde está usted ¿sentado? para proseguir con esta particular impresión de lo que escribió, de lo que escriben de usted, de lo que dicen…cual chisme culto o discusión frívola…o una plática interesante de la que no se esperaba tanto…como sea, pero aquí vamos.



FRANZ KAFKA: LA PERSONA



Quizá todo esto ya lo sepas, pero ahí va, para irle dando cuerpo a la plática y llegar al punto importante. Bien, Franz Kafka nació un 3 de julio de 1883 y murió el 3 de junio de 1924 a la edad de 41 años, es decir muy joven, a causa de la tuberculosis, atribuida por algunos a su dieta vegetariana y naturista, aunque yo creo que fue más bien por lo poco que había avanzado la medicina en el tratamiento de este mal. Como muchos de los escritores favoritos de las masas, Kafka sufría de insomnio y de algunos desequilibrios emocionales, que nadie se ha atrevido a diagnosticar bajo ninguna enfermedad psicológica o siquiátrica (pero yo creo que era depresivo, según las anotaciones de su diario, o maniaco-depresivo porque hablaba de fantasmas y cosas por el estilo), pero se engloban en la categoría ‘Ser atormentado’, aunque también se habla de que fue un hombre que gozó enormemente la vida


Se dice que Kafka, de ascendencia judía y nacido bajo el signo de cáncer, es expresor de la alienación y ansiedades del Hombre del siglo XX. Como cualquier otro mortal, tuvo gustos que de forma inherente marcaron su escritura y su percepción del mundo: Nietzche y Flaubert.



Es aquí donde sucede el primero de los saltos en la plática. Los nativos de cáncer están regidos por el elemento agua, son personas sumamente sensibles, nobles. No creo en los horóscopos como instrumentos de predicción, pero por alguna causa extraña, las características si coinciden con las personas que he conocido. Sé perfectamente que una personalidad no se define por cómo se alinearon las estrellas, pero quizá ese algo que o cambia a lo largo de nuestra vida llamado temperamento si. El cangrejo de cáncer representa las altas y bajas emocionales que se mueven de un lado hacia el otro, ocultándose finalmente en su caparazón. El agua, su elemento regente, se asocia con las emociones, la intuición, la sensibilidad, y una aguda tendencia a la melancolía. Los nativos de cáncer tienen como cualidad cardinal el inicio de la acción. Sus partes del cuerpo vulnerables son el estómago, el pecho y la nariz, su frase clave es ‘yo siento’ y su concepto clave es la compasión. Hasta aquí hay muchas cosas que coinciden, y mira que no intento encajarlas a fuerza ¡eh! Quizá con la información que tú tienes puedes desmentirme, pero según lo que yo leí, si es un perfil muy cercano al personaje en cuestión.




El planeta regente de Cáncer es la Luna, que ha estad o desde siempre simbólicamente ligada a la naturaleza y a todo aquello que pertenece al seno materno. Cáncer es el signo más femenino y de buen gusto. Ellos perdonan con facilidad, son comprensivos con las faltas ajenas. Aman la naturaleza, gustan de los niños y los animales, siendo dedicados a sus responsabilidades, Aunque son pacíficos y de suaves maneras, cuando se encuentran amenazados son capaces de pelear con determinación y firmeza; son de buen corazón, bondadosos, solidarios y generosos.



Los nativos de Cáncer son sensibles y abren su imaginación a cosas nuevas o raras, pero siendo caprichosos por naturaleza, sus pensamientos no duran mucho. Cuando se involucran en algo o con alguien, tienden a olvidarse de sus obligaciones anteriores. Son muy curiosos, rayando en la impertinencia muchas veces. Pueden ser rencorosos, aduladores, plagados de caprichos y llenos de complejos de inferioridad. Son pesimistas, lentos al momento de tomar decisiones. También son retraídos y tímidos. No soportan las cosas muy estrictas ni tan disciplinadas, menos las presiones. Son cambiantes, su estado de ánimo de Cáncer puede pasar de la euforia a la melancolía en instantes, y para muestra esto: …"En ti observé lo que tienen de enigmático los tiranos, cuya razón se basa en su persona, no en su pensamiento. Al menos, así me lo parecía" (Carta al padre, 1919)




Retomando el tema. Kafka tiene una autoimagen bastante negativa, al pensar que los otros pudieran calificar su cuerpo o su mente como repulsivos, lo anterior, ligado de manera estrecha al menosprecio manifestado por su padre, el primero en criticar brusca e injustamente la obra de este escritor en lengua alemana. Sin embargo, por testimonio de Max Brod (quien por cierto –y so pena de mi ignorancia- es conocido como ‘el amigo de’) se sabe que Franz fue un sujeto que lograba impactar a los demás con su apariencia, especialmente con su inteligencia y sentido del humor –calificado de surrealista por algunos escritores contemporáneos.



KAFKA: LO VELADO, LO DESVELADO LO HERÉTICO Y LO HOLOGRAMÁTICO

"Lo cotidiano en sí mismo es ya maravilloso. Yo no hago más que consignarlo."


(Franz Kafka)


Cuando nos conocimos –asunto ya abordado en mi space- te comentaba que en muchas ocasiones, particularmente con el existencialismo, lo que dijeron autores como Kierkegaard (que dice no ser existencialista), o Kafka (que tampoco lo es, pero que muchos escritores lo asumen como un visionario del movimiento, algo así como el que lo vio nacer desde el absurdo de la cotidianeidad para ser plasmado después como corriente filosófica) es comentado hoy día cual cruda de una doble noche de parranda ¿A qué me refiero? Bien, el ser humano ya había generado y legitimado la idea de “Orden es progreso” y las demás mentiras vendidas como verdades a fin de que el hombre pudiera encontrar la felicidad. Sin embargo, nada de ello logró impedir que el hombre, en menos de cincuenta años, decidiera iniciar una nueva lucha calificando a sus semejantes, deseando someterlos: es aquí en donde está la primer cruda de la noche de parranda (tomaron cerveza, tequila, vodka, mezcal y alcohol de 96°, así que imagínate la resaca –o cruda-).



Pero sin haberse curado de la cruda, el Hombre en ese afán antropocéntrico de dominar, de marcar territorios físicos e ideológicos, continúa matando a sus semejantes y apartándose de todo elemento caótico que rompe con su equilibrio y su certidumbre: Guerra de Vietnam, Muro de Berlín, etc. Por todo ello, las generaciones adultas a inicios del siglo XXI ya no tenían consuelo: todo se acabó en esta segunda borrachera (en donde tomaron de lo mismo, pero con la cruda de la parranda anterior, así que estamos en una doble cruda –o cruda de segundo orden). De esta forma, esos adultos a los que me refiero, vieron como el mundo se destruía entre sí, como los líderes morías, eran asesinados, o se vendían a la mejor franquicia. Era el colmo del sinsentido, que ya es demasiado decir.


En la obra de Kafka, a menudo el protagonista se enfrenta a un mundo complejo, que se basa en reglas desconocidas, las cuales nunca llega a comprender. En la literatura posmoderna esto ya no importa, porque cada sujeto crea sus propias reglas y entonces se genera un ambiente de relativismo inconsciente (o aquello a lo que Nietzche llamaba nihilismo pasivo). Si tu entorno, tu contexto, no hace más que generarte angustia, porque las decisiones que debes tomar no son complicadas, sino efímeras, no haces más que buscar fuentes de placer de la misma índole. El tiempo y el espacio se reducen, ya no importa si un texto logra hacer vibrar tu mente, sino si es chic leerlo.

Todo aquello de lo que alguna vez habló Kafka en sus obras a través de sus personajes no es más que lo que hoy se ve porque somos recursivos, que no es cíclicos. Es aquí en donde viene mi hipótesis respecto a lo que hablamos hace algunas semanas:



Franz Kafka, como cualquier otro individuo, pertenece a una organización social con un código consensuado y específico, con organizaciones e instituciones que intentan acomodar los actos de todos esos sujetos que las legitiman. Por tanto, todo sujeto responde a lo que Edgar Morin[1] llama “Principio hologramático” en donde con ver una parte del holograma sabes cuál es la figura, y al ver la figura en su totalidad, vez a esa parte pequeña conformándolo y haciéndolo posible: así es el sujeto, una radiografía de la sociedad en que vive. Nada hay que no se haya dicho antes porque el sentimiento es el mismo aunque la causa haya cambiado sutilmente. Kafka no podía escribir de flores en el campo cuando no era eso lo que veía, tampoco podía hablar de la razón ilustrada cuando hombres mataban a hombres sin saber por qué lo hacían. Un Hombre es sólo un latido de los muchos que da un corazón, a veces débil, a veces enfermo: un corazón social, familiar, personal…burocracia, transformaciones de Seres en animales, son sólo analogías para explicar las transformaciones de la humanidad. ¿Cuán escarabajos nos tornamos con la necedad, con la estrechez de mente, con la nulificación del otro y de mí mismo?



Si lees a Lipovetsky cambian los contextos, pero la esencia es la misma, porque la angustia es universal, porque el dolor también lo es, porque independientemente del credo religioso, el instinto llama a la compasión cuando ves a otros sufrir sin que ellos te hayan provocado una pena. La desilusión es general porque ya no hay verbo dominante[2], porque el hombre comprobó desde sí mismo que no era tan fuerte como creía, que no hay omnipotencia en él.

No puede olvidarse que Kafka no deseba publicar sus obras, sino que fuesen destruidas; era sólo un sujeto que hablaba de lo que veía, de lo que sentía a partir de su propia historia, no quería ser entendido o descubierto. La posmodernidad intenta algo relativamente inverso: ayudar a explicar cómo las personas han dejado de ser Seres para tornarse en sujetos, en estadísticas, en datos, porque su misma ambigüedad les (nos) impide ser información. Ya no importa si la realidad es absurda, sino en cómo se vende ese absurdo; no interesa cómo son las instituciones, sino los burócratas corruptos que viven a costillas de nuestros impuestos y pagan con ellos su coca, su table y su coñac. Ya no es reírse o angustiarse por el absurdo, sino patentarlo y hacer de él algo tan lógico que a nadie sorprende…porque la virtualidad supera al fenómeno, porque queremos algo más que alimente nuestro morbo y así evadir lo que a ti, a mi, a Kafka, a Lipovetisky, y a todo ser humano que tiene, además de incertidumbre por comer o dónde vivir, dudas existenciales que ponen a andar la rueda. Como dice uno de mis profes: “prende la tele porque si no me pongo a pensar”.



Hoy platico contigo de lo que Kafka dijo antes y ahora sólo lo refritean, pero quizá si él viviera hoy, no se preguntarían qué escribe o porqué, sino querrían fotos exclusivas de su compromiso matrimonial, de su boda, o quizá una cobertura especial de su agonía, con fotos especiales para la revista Hola y TV Notas.

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P.D. ¿SERÁ? A veces me da la impresión de que la literatura posmodernista no es más que la segunda resaca (pero más fuerte, más dolorosa) del existencialismo. No hay dolor que no se haya identificado, ni carencia que no se haya leído ya. Es sólo que los existencialistas tenías una breve esperanza, y los posmodernistas no: ya no hay nada, ni sentido de que exista esa finita esperanza. Ya no hay que elegir, porque sea lo que se que se elija estamos jodidos.


Quien haya leído a Kafka, a Sartre, a Kierkegaard, y el resto, sabrá que algo de lo que hoy habla Lipovetsky ya estaba como velado en palabras de los autores que mencioné antes: ¿Qué nos consuela ahora entonces? ¿un lindo par de zapatos?, ¿la bolsa de mano de moda?, ¿un lindo perfume?, ¿un tratamiento en Oceánica?, ¿un marido que nos mantenga o una esposa que deje que se le vea la cara mientras nos acostamos con otras (u otros)?, ¿una boda gay?, ¿la adopción a los 30?, ¿una carrera académica llena de títulos y papeles qué colgar en la pared y presumirlos a las visitas?, ¿una biblioteca de tomos de los que no se han leído ni la mitad? ¿Una noche de antro? ¿Una noche de copas, una noche loca?


Creo que esta desesperación y desencanto contemporáneos no son más que el efecto de haber bebido (metafóricamente hablando) vodka, cerveza, tequila, embriagarse, vomitar, y seguir bebiendo con el estómago hecho trisas: ¿en dónde tenemos la fe ahora?, ¿en quién o en qué? ¿Cuál es el verbo dominante de nuestra incertidumbre? ¿Cómo trascenderemos a esa llamada "segunda edad media"? ¿Qué será entonces nuestra piedra angular?

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[1] Filósofo francés autor de la teoría de la complejidad
[2] En el medievo era Dios y la religión, en la Ilustración fue la razón, en la modernidad fue la Ciencia, el orden y progreso, pero la posmodernidad carece de verbo porque se asume a la Ciencia como un mito más de la Humanidad para poder explicarse el mundo y así arroparse de una realidad que le es ajena, caótica y por lo tanto incierta.

lunes, 10 de septiembre de 2007

EJERCICIO 9


Quiero dejarme caer sin miedo
sin esperar en el fondo
una red o a la nada.

Y es que cada día contigo
es una batalla más librada;
me has enseñado como usar
desde el rifle hasta la granada.

Pero quiero aprender a usar
un arma más grande,
quiero que me enseñes a ganar y medir al enemigo,
a inventar estrategias de guerra
y pelear por ti limpiamente.

En el mapa de tu piel comienzo
a explorar donde están
tus zonas neutrales o de pelea;
si conozco cada punto de tu campamento
no habrá trinchera que pueda detenerme
.

EJERCICIO 8


Ya no es momento de quejarse,
al final tu marcaste las fronteras,
si vacio o lleno está tu territorio
fue el mal trato que con firma cerraste.


Imagino piensas que todo lo iluminado
es parte de lo que tu gobiernas;
no te equivoques ¡mal estratega!
sólo debes cerrar el puño
y eso es lo que tu imperas.


De todos modos ya no vale el lamento,
pero si prefieres, empieza a librar batallas,
es posible que conquistes alguna tierra,
porque s seguro que en tu alma
el imperio que buscas se siembra.

EJERCICIO 7


De oriente a poniente intento hayarte
y ni con todos los ojos lo he conseguido;
ya ni el pensamiento te convoca, creo que
tu lejanía es etiqueta de estilo.


Jueves de Corpus cada semana,
adrenalina que se gesta en el vientre de mi apatía,
duda y celo al sonido de esa clave que has de marcar
voluble, granuja, cual peaje.


...Que si luego te veo, que si no tengo sueño,
que tengo mucha prisa... o sea, ¡no tengo tiempo!
Y tienes toda la razón del mundo,
pues en tu universo no figuro,
todas te adulan y apuestan sus centavos,
mientras la confusión me está pudriendo a tajos.

EJERCICIO 5


Debo desprenderme de las funcionalidades
y embriagarme en la vaguedad de las etiquetas;
necesito darme permiso para formar
una figura que aún no tenga la licencia de ser imaginada.



No quiero pensar mientras me miras
que en tus ojos no hay modo de reflejo;
me vale un coño si bipartes tu mente,
porque siento eu "lo mío" soslaya la simetría.



Naufrago en ti sin necesidad de ancla,
aunque tu faro en mi ruta le daría sentido.
No busco capitán del bote, sólo viento
que impulse las venas.

EJERCICIO 4


Y cada noche escucho gritos
que imprudentes me hacen llamarte
mas nunca encuentro la analogía precisa
para describirme en ti hoy que estoy perdida.


Cada noche lo mismo: evocaciones del Ser
que con la luz se desvanecen;
por el momento ni la homeopatía le responde
a ese rincón que se niega a plasmar algo fuerte.


Olores que arañan en el olvido
al monólogo del gemido que te invoca...
no estoy loca, ni siquiera es que te extrañe;
la melancolía punza cada vez
que casi te entierro y mato.

EJERCICIO 3


¡Carajo, apaga ya la vela!
Allá tu si es con saliva o con tu aliento,
al final el olor siempre será el mismo...
la oscuridad siempre huele a llanto
.

VIVIR: EJERCICIO 1


Vivir es morir en el intento,
es traspasar tu piel cual frontera,
es existir sin etiquetas...
sólo lo nuestro en un
universo de posibilidades.


Vivir es mirarte y asumir el reto,
besarte y jugar con el fraseo de
la lujuría que se resiste a ser
a medias un sólo cuerpo.


Vivir es temer por lo que te ignoro
y soñar por lo que ya es mío.


Vivir...momentos que se esfuman cual
aliento del camello,
que se exhala en mínimos instantes.


Vir es Ser junto a ti, pero conmigo.