Entreabrí la puerta de la cámara
y sin titubear invocaste el conjuro
la clave exacta que ante ti me desarma
para permitir, sin reservas, que robases mi tesoro.
Llevaste a cabo el ritual paso pro paso
era como si lo conocieras de antemano;
ahora me tienes en tus manos,
robaste a la bruja y de ella hiciste un hada.
No habían flores, ni poemas, ni nada...
eran tus manos, tus dedos de artilugio
abriendo puertas, cerrando yagas
vibrando a Gea, mojando el Hades.
Has matado a las serpientes
y te empeñas en limpiar la cueva
de telarañas añejas, pegadas en lo invisible,
de esas que a la vida le ponen cara de perro;
de esas que a la suerte le pintan dedo por incredulidad.
Seré la imagen que a cada noche
evocarás en todo sitio aún sea prohibido;
verás a mi alter-ego jugarse la vida
cada una por no perecer en su escencia;
la niebla, la calma, la mugre, la vida...
No luches por entenderlo, no es necesario.
No te empeñes en atraparlo, quizá me fui antes de llegar.
No te empeñes en temporalizar, las cosas suceden aún a costa nuestra.
No te empeñes en huir, cuando me has atrapado ya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario