Sabía que mi vida iba a cambiar
dando un giro de 360 grados,
o quizá serías tu quien la cambiara
gracias a aquel inolvidable contacto.
Habías plantado tu semilla
en el momento más próclive de mi existencia;
uno a uno los días pasaban,
mientras en mi habitaba lo cursi, lo nauseabundo...
veía mi reflejo cambiar, crecer
entre colores, texturas y etiquetas añoradas...
No sólo estuviste ahí para engendrarle,
le hiciste crecer y alimentarse con lo más bello,
pero la vida pasa, las cosas corren
y yo, como la madre de todo esto,
aprendí a ver de lejos nuestra semilla,
ese amor que de vértigo nos nutría,
y a carcomerme sin remedio
por el nido vacio que quedó en mi andar,
porque aunque he querido regarlo para que reviva,
no es mi agua, sino la tuya, la que necesita.
1 comentario:
¡Ternuritaaaaa!
Así o más bonita nueva novia??
jajaja!!!
Saludos mi Cynthi; siempre necesitaremos el riego de otra persona para estar mejor!!
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