viernes, 3 de julio de 2009

El escritor

Disfrazado de persona alegre comienzo este ejercicio: ¡1, 2,3… arriba, abajo, izquierda y derecha! Me detengo, apenas he calentado mis ideas y no sé bien por dónde comenzar. Trueno mis dedos –aunque me han dicho desde siempre que es malísimo hacerlo- me estiro un poco y pongo las manos sobre el teclado en posición de escritura… -¡ah, como quisiera dictar esto, sería más fácil y podría explayarme más, sin quedarme atorado en la idea anterior!...¿por qué siempre me quedo atorado en lo anterior?..Tengo una máscara, una pesadilla qué ocultar; ¿cuántas veces no he ido recorriendo las calles mirando alrededor, esperando encontrarme una sorpresa que se revele justo delante de mí? No atrás, ni a un costado: ¡Frente a mí!

Hoy quisiera usar mi pijama en vez de este atuendo estorboso, eso me ahorraría tiempo y me permitiría abrirme al mundo, en lugar de darme tiempo a las maldiciones porque no soporto los zapatos. Bueno, podría ser peor, al menos no tengo que usar esas mismas cuerdas que usan los demás y que parecen ser muy incómodas.

Sin embargo, nada de esto sucede; todo es muy normal y plano, pareciera que todos se andan escondiendo bajo sus trajes, palabras o actitudes. Cuando estoy aquí, sospecho de quiénes son aquellos a quienes saludo cada mañana, parecen ser tan irreales que no me los imagino saliendo al cine con su pareja, o rompiendo una piñata en el cumpleaños de sus hijos. Son pálidos (aunque morenos en su mayoría), lo cual me hace pensar que ocultan algo, bueno, mucho…llamémosle laguna; así le digo yo a la ignorancia indiferente hoy quebrantada por este soberbio juego de observar, como si en serio me importara.

No sé si a quienes miro son felices, pues pocas veces sonríen; tampoco tengo la certeza de que estén satisfechos con lo que hacen… ¿Qué es más difícil ocultar?, ¿la alegría o la tristeza? ¿Es que hay motivos suficientes para ocultar la alegría?, ¿entonces no hay nadie feliz aquí?, ¿entonces por qué luchan por ascender en esta escala de infelicidad?

Van de un lado para el otro de manera callada, como si el silencio fuera un bullicio que los aturde. Sí, son contradicciones, pero eso es lo que me inquieta: no sé cómo son… qué les gusta, que no les gusta, qué prefieren o que rechazan. Es lo mismo día tras día. Usan un disfraz para pasar desapercibidos en conjunto…hago como que me interesa… ¿qué pasaría si le dijera ¡qué bien luces hoy…más que de costumbre! ¿Qué haría? ¿Me importa? ¿Hasta dónde?

Tengo una máscara, una pesadilla qué ocultar, cuántas letras no he pensado antes de formular una palabra. Cuántas palabras no he formulado antes de pensar. Tengo una demencia senil siendo apenas un joven, porque una y otra vez me repito a mí mismo: Todos están revelando misteriosamente quiénes son.

Ese reloj otra vez, con sus cuatro campanadas, ese sonidito…

- ¿Qué le pasa a ese sujeto?, ¡por qué mueve tan rápido los dedos sobre las rodillas?

- Se cree que es un escritor que todo el tiempo descubre rostros

- Ah mira, ¡qué curioso!

- Si, puede ser; es el menos raro por estos rumbos

- ¿Y por qué no está acolchonada su habitación?

- Es un sujeto tranquilo, sólo mira, mira, y hace que escribe.

- ¿Cómo se siente hoy amigo?

- ¡Ah pues normal, ya sabes, lo de siempre?

- ¿A quién ha descubierto hoy?

- A ti y tu cara amable ocultando la burla que mis historias te generan

- ¡Claro que no, no es así!; me gusta lo que escribe

- ¿Ah si?

- ¡Por supuesto! Pero bueno dejemos la charla, es hora de su comida…

- ¿Con quién hablabas de mí?

- ¡Con él!, es un residente nuevo

- ¡Con que un nuevo residente eh! A ver, ¡invítalo a pasar!..

1 comentario:

Joel Zapata dijo...

Wow muy buen post!! estas de vuelta manta!!!!