martes, 11 de septiembre de 2007

Del sueño de perfección de la Humanidad a partir de la lectura de Las Ruinas Circulares


“No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, qué vértigo! A todo padre le interesan los hijos que ha procreado (que ha permitido) en una mera confusión o felicidad; es natural que el mago temiera por el porvenir de aquel hijo, pensado entraña por entraña y rasgo por rasgo, en mil y una noches secretas”.

Las ruinas circularesJorge Luis Borges


Una de las cuestiones que ha interesado a la Humanidad, y más a la que funda su cultura en la tradición occidental es alcanzar la perfección, que lleva envuelta a la felicidad. Sin entrometerme demasiado en ese asunto de definir a la felicidad, ya Durkheim y los positivistas alegaban que el hombre por necesidad natural debía progresar…”orden es progreso”, progreso es felicidad, pero ese progreso se sustentaba en el camino hacia las virtudes, virtudes de las que hablaba desde muchos siglos atrás Aristóteles al referirse a la cualidades del orador.

Las virtudes son las llaves que habrían de llevar al hombre tocado por ellas a la perfección; un hombre virtuoso tiene un linaje especial, amigos diferentes, influyentes, pensantes…la Humanidad debía educarse bajo la premisa de erigirse como seres virtuosos, con la posibilidad legitimada a través del conocimiento y la palabra de trascender, de dejar huella.

Y entonces me sitúo en el noveno semestre de la Licenciatura en Comunicación y en la antesala de los desempleados que probablemente engordarán las cifras, cursando la materia optativa de Literatura Latinoamericana con un profesor que tiene una fama…bueno, eso no interesa ahora. El asunto es que leemos “Las ruinas circulares”, de Borges (no Borgues, ese es otro, que se le parece, pero que solo leen personas como el ya casi Ex-presidente, los fans de Juventud en Éxtasis, etc. o sea…otro nivel ¿no?).

Al leer el texto me vinieron ciertas ideas, pero lo que más se me grabó en la mente fueron las analogías iniciales que hice al leer el texto: ¿Será que ese mago no es un Yo, sino un Ellos, ellos –las generaciones pasadas- que eran porque somos y somos porque fueron, y si ellos no hubieran hecho y soñado con la Humanidad perfecta entonces nosotros no seríamos narcisistas de nuestros códigos, de nuestras creaciones, de nuestras utopías legitimadas?

Por ejemplo, al leer la descripción de Borges del templo…Ese redondel es un templo que devoraron los incendios antiguos, que la selva palúdica ha profanado y cuyo dios no recibe honor de los hombres ¿Será que ese templo, esas ruinas circulares son la analogía de los paradigmas de la ciencia, que adoraron otros hombres que no somos nosotros, y que nosotros miramos a veces con nostalgia, a veces con ira, a veces con incertidumbre?
Y continuando con las analogías, ¿será posible entonces que esa creación, ese fuego que abrazó al mago en vez de quemarlo, seamos nosotros, que abrazamos nuestras propias utopías cristalizadas en el sueño de la razón –conocimiento- y en la Ciencia?

Por siglos, la Humanidad ha cristalizado su sueño de perfección a través de diferentes cosas: religión, magia, ciencia, tecnología. La realidad se convierte en algo que creamos para arroparnos de la incertidumbre que nos carcome la piel, las entrañas, el espíritu. Ese animalillo aventado a la buena de Dios, sin deberla ni temerla, ultrajando a la naturaleza misma, como dijo en algún momento El Marqués de Sade. Pero ¿cómo nos consolamos frente a la duda de existencia?, ¿qué hacemos cuando no estamos seguros de si existimos o de si somos el sueño de un gigante al que no debemos despertar o desaparecemos?

La mayor parte de la cultura de occidente se funda en sueños creados en la vigilia, con los ojos abiertos, a veces con los fusiles a la carga o con los votos a medio contar (por decir algo más actual). Pero si lo revisamos, no cualquiera podía realizar su sueño de vigilia; se tenía que tener algo más que disciplina, que talento, se debía tener poder, no poder de capacidad, sino poder para chingar, para imponer, para traslapar a nuestros sueños los sueños de otros que evocaron sus propias frustraciones, sus propios miedos, sus propias filias (¿verdad Alemanes de la Alemania nazi?... -Hitler, campos de exterminio ¿les suena?-)

Porque no solo se trataba de “ah, descubrí que la Tierra no es el centro del Universo”; se tenía que hablar con los amigos, con las figuras importantes, con los que soñaban los buenos y los malos sueños… Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era el sueño. O sea, si esos buenos soñadores sabían que necesitaba soñarse algo, algo que ordenara el caos, algo que lo explicara, aunque fuera por medio de otro mito, pues ¡vamos, sueña, Descartes!

La crisis paradigmática actual nos puede llevar a compararla con la crisis de la Iglesia. Si antaño nacieron religiones milenarista, ahora surgen paradigmas de la complejidad, que buscan desenmascarar al conocimiento y revestirle la estrategia para alcanzarlo, o mínimo para verlo por un momento, aunque después se largue cual agua entre las manos porque resulta que las cosas han cambiado, porque ahora ya no se llama fuego, porque ahora no se dice que el fuego quema, sino que modifica la materia en algo que era previamente pero que no sabíamos ver porque las Ciencias Duras no lo sabían ver así, porque el Hombre ya no es Hombre y Humanidad, es Homo Videns, u Homo Consumidens, u Homo Posmodernus (¡pamplinas, puras pamplinas!, dijera mi abuelito).

La Ciencia, sus creadores, cualquier apóstol del conocimiento…“Quería (n) soñar un hombre: quería (n) soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder. Así cada una de las cosas que nos da sentido, que nos permite existir a veces sin Ser nada, que nos deja llenarnos la boca con un concepto, esas definiciones de diccionario que a veces ni entendemos pero que forman parte de ese sueño que debemos soñar, de ese anhelo que no es nuestro, pero que nos han dicho que es el que debe anhelarse. Construir la humanidad, hacerla que progrese, que descubra, aunque después mire hacia algún punto, y se de cuenta de que no existe, de que no Es, de que está solo porque otro le permite que sea así, pero que en cualquier momento eso puede cambiar.

Cuando el Hombre sueña con el hombre perfecto, ¿cómo debe ser éste?, ¿cómo debe ser esa alma que pertenezca participar en el Universo? El mago consideró que debía ser…un muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soñador. ¿Por qué un muchacho y no una muchacha?, ¿es que si era mujer la profanaría, se embarazaría y perdería su derecho a participar en el universo a cambio de participar en la casa?, ¿es que por ser fuego no podía ser mujer?, ¿las mujeres no somos fuego? Y es que en esto de verdad si que me ardió el estómago, y no porque el sueño del mago me tocara, sino porque no por nada me dicen Feminaza, y pues ver este tipo de asunto lo que hace es reforzar mi idea del Mago-conocimiento que legitima a su creación-ciencia en un templo que parecía estaba dispuesto para este sueño-nuevos paradigmas (en donde por cierto, a la mujer no la han dejado figurar no porque no sepa, sino porque se le relegó a la casa, a estar tras el marido, a no estudiar, o a hacerlo MSC (mientras se casa-ba).

La Humanidad se ha esforzado por ser no una pesadilla sino un buen sueño – a veces a colores, con sonidos, húmedo-, propio o ajeno. Sin embargo, y por paradójico que parezca, es –somos- la misma Humanidad la que nos encargamos de alimentar el sueño de ese gran gigante, de legitimar mitos disfrazados de verdades, cuando ni siquiera se nos ocurre que una sociedad democrática, o una sociedad comunista, o una sociedad neoliberal, culta, inculta, trabajadora, holgazana…todos son sueños de diferentes magos, magos de diferentes templos circulares, de diferentes fuegos, de diferentes aguas, de diferentes tierras, de diversos aires, de diversas vigilias, de las nuestras, de las de nadie, de las de nuestros padres, de las de nuestra pareja, de los conocidos, de los desconocidos. Ciencia y conocimiento, fuego que abraza a su creador con la misma vehemencia con la que él creo a su creador…


…Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo. Yo también lo comprendí, pero ya no puedo escaparme, tengo que entregar un ensayo, con un código que yo no soñé, con signos que yo no inventé, pero que tengo que usar para que me entiendan, porque aun no es momento de mi sueño, aun no merezco participar en el Universo y por eso aun no me sueñan…bueno, no me sueñan así, tal vez me sueñen de otra forma, en otras formas…quizá.


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