sábado, 2 de febrero de 2008

OCCHI, NON SEI COME TUTTO IL MONDO

De pronto parece que la distancia nos separa,
no porque no te quiera, sino porque cada vez me faltas más,
pensarte me tranquiliza y luego abre una breve herida
que quizá yo provoqué para sentir que te había ganado.

Así arranco la costra con tus palabras,
le unto limón con tus fugaces besos,
la limpio con tus abrazos
y tengo que hacerla sanar con la despedida
para abrirla de nuevo, dulce tormento,
de tenerte en mi piel y en la mente
de conservarte aún se dren la sangre
y no hayan más aperturas.

Nos queremos, pero no como se quiere todo el mundo;
estamos uno en la vida del otro, pero no como está todo el mundo;
me expurgas, elevas, calmas...pero no como todo el mundo;
quizá sea por eso que no quiero jalar el delicado hilo de la presencia:
para verte en mi vida eternidad de noches,
abrazarte y acariciarte mientras duermes;
para derramarme y derramarte tras la batalla,
durante la sinfonía y al calor del fermentado carmín,
para acompañarte mientras te persiguen tus demonios,
tejiéndote una bufanda de certezas multicolor;
para aprender cómo se dispara un arma y aprehender cómo se vive en la simpleza...
y entender que todo esto va más allá de las frívolas etiquetas.

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